Tumbado, relajado, inmóvil, observo
el trascurrir de la vorágine. Dentro de mi urna de cristal, de mi prisma cuadrangular, de mi cueva artificial, maquillado, vestido para la ocasión. Acomodado en mi lecho acolchado. Blanco. Impoluto. Suave. Apuntillado. Con mis manos cruzadas en mi torso. Con traje y corbata. Sin consciencia. Sin pensamiento. Sin síndromes . Sin trastornos. Sin angustias ni ansiedades. Sin pesadillas. Sin pastillas. Sin antídoto contra el deceso. Muerto y bien muerto. Inconsciente. Una persona me mira y comenta. Parece dormido. Como si soñase. Ni siente ni padece. Lo que es la vida.
Ulises