jueves, 22 de octubre de 2015

Soliloquio de un cadáver - Velatorio uno


Tumbado, relajado, inmóvil, observo
el trascurrir de la vorágine. Dentro de mi urna de cristal, de mi prisma cuadrangular,  de mi cueva artificial,  maquillado, vestido para la ocasión.  Acomodado en mi lecho acolchado. Blanco. Impoluto. Suave. Apuntillado. Con mis manos cruzadas en mi torso. Con traje y corbata. Sin consciencia. Sin pensamiento. Sin síndromes . Sin trastornos. Sin angustias ni ansiedades. Sin pesadillas. Sin pastillas. Sin antídoto contra el deceso. Muerto y bien muerto. Inconsciente. Una persona me mira y comenta. Parece dormido. Como si soñase. Ni siente ni padece. Lo que es la vida.

Ulises

Soliloquio de un cadáver - Deceso uno

Sentado delante del ordenador ancestral. Escuchando la banda sonora de Blade Runner. Navegando por páginas web diversas, sesgadas, profundas, superficiales, surrealistas, realistas. Mi nivel de ansiedad disminuye notablemente. Súbitamente comienzo a sentir un dolor extraño, irreconocible, profundo. Se agudiza sin explicación, inexorablemente. Una parte de mi cuerpo se paraliza progresivamente. Mis estatocistos dejan de ejercer su función. Me desequilibro. La gravedad causa mi caida. El golpe contra el suelo retumba. Mi percepción disminuye. Veo el túnel que me lleva a la inconsciencia. Todo se apaga. No siento. He dejado de padecer.

Ulises